lunes, 10 de marzo de 2008

Ofrenda (capítulo VI)

Al pronunciar el líder las palabras, uno de sus sirvientes accionó el mecanismo que puso en funcionamiento la apertura de las puertas principales. En ése momento, todo el séquito se esparció desordenadamente, deseosos de alejarse de las puertas, y fueron desapareciendo en el interior de otras habitaciones hasta que él se vio solo junto al líder, el raquítico ser y el sonido del ordenador.

Las puertas empezaron a abrirse y cuando el frío aire de la noche se coló por la primera fina ranura entre sus hojas, Halkham entregó las cadenas a El Consumido y se alejó corriendo hacia una habitación.

El hombre delgado comenzó a andar hacia fuera cuando las puertas se abrieron del todo, tirando de las cadenas y haciendo que él, anonadado, lo siguiera.

Cuando se encontraban fuera las puertas se cerraron con un estruendo y tras el sonido de los mecanismos que anunciaban que ésta se estaba sellando, reinó un silencio en el que ya no escuchaban ni los pitidos de la computadora.

La noche era fría y una ligera brisa los azotaba en la cara. Él quiso preguntar que era todo aquello, pero ese extraño ser lo tenía bajo un estado de shock producido por la simple visión de su imagen, y solo podía balbucear mientras lo seguía.

El Consumido se paró y se volvió hacia él, alzando sus huesudas manos y despojándolo de las cadenas.

Se encontraban en mitad del oscuro desierto y la única, pero no por ello poca iluminación que tenían era la de los cientos de estrellas que brillaban en el despejado cielo.

Todo estaba en calma, y él salió de su ensimismamiento cuando se percató de que ninguna cadena lo sujetaba. Decidió que debía de alejarse de allí cuanto antes.

Lentamente comenzó a andar hacia atrás esperando algún tipo de reacción del hombre fino, pero éste se limitó a mirarlo indiferente.

Tras esto, él salió corriendo adentrándose en la oscuridad.

Justo en ese momento unos extraños siseos le llegaron de todas partes.

A su alrededor extrañas sombras se alzaron de tras las dunas. Eran como humo flotante y luz oscura. Semejaban jirones de tela negra levitando y moviéndose rápidamente.

Él se estremeció al verlas sin poder identificar qué eran.

Las Sombras ululaban y se movían volando a su alrededor, envolviéndolo.

Corrió hacia el lugar de donde venía y encontró a El Consumido paseándose entre las Sombras, volviendo al palacio. ¿Por qué a ése homínido no le hacen nada? –pensó.

Al llegar a su altura tropezó con una duna y cayó. El Consumido lo miraba curioso.

-¡¿Porqué tu no corres?! ¡¿Por qué a ti no te quieren hacer nada?!

Una especie de silbido cruzó sus oídos, de uno a otro, y él pensó que una sombra le había atrapado, porque era un sonido de ultratumba, pero pronto comprobó que era la voz de El Consumido.

-Sssiempre sssalgo yo… de mí naaada quieeeren… nnno sssoy un buen bocaaado… yo nuuunca como… ni tan sssolo recuerdosss…

Horrorizado tanto por lo sepulcral de su voz como por lo espantoso de lo que había dicho, él se arrastró de espaldas, alejándose de la delgada figura que lo miraba alegre, con lo que lejanamente se insinuaba como un atisbo de sonrisa en su horrenda boca.

Al percatarse, de pronto, de que las Sombras se acercaban a ellos, él se levantó raudo y corrió hacia el palacio. Cuando llegó a las puertas las aporreó gritando:

-¡Dejadme entrar! ¡Abrid las puertas!


Pero nadie contestaba. Las Sombras se acercaban a su espalda y su ansiedad iba creciendo al sentirse acorralado en el inconmensurable desierto.


Resto de capítulos de "Ofrenda":
Cáp. I, Cáp. II, Cáp. III, Cáp. IV, Cáp. V, Cáp. VII


7 comentarios:

Anónimo dijo...

JODER!!

el VIII ya!!

Unknown dijo...

Será el VII... xD

Vega dijo...

Si, si, este es el VII pero es que queremos el VIII yaaaaa.

Ya estas tardando en ponerlo :)

Unknown dijo...

Que no, que no... que éste es el VI y el que viene el VII... jeje.
Asias a los dos.

Anónimo dijo...

Bueno, sea el VII, el VIII o el IXL, queremos maaaaaas. Enganchao me tienes, que lo sepas.

Unknown dijo...

Bueno va, os cuento el final... Resulta que al final el malo es Rosi de Palma enfundada en un traje elástico y quiere destruir el mundo con un tamagotchi con pilas nucleares llamado Woody Allen, pero en el último momento llega Michael Knight en pijama y frustra sus planes...
¡Joersus!

Vega dijo...

Se veía venir ese final... demasiado evidente.

Si se te ocurre poner alguna vez un primer plano de la del traje elastico, dejo de ser oveja y me convierto en loba, que lo sepas.