miércoles, 20 de febrero de 2008

Ofrenda (capítulo III)

Despertó sediento y hambriento, sobre unos cojines, y vio a su lado el odre de agua. Bebió sin parar, más para llenar el estómago que para saciar su sed, hasta que acabó el odre.
Al inclinar la cabeza para beber la última gota, la luz del sol que entraba por una de las ventanas le dio en los ojos. Se levantó.
Estaba en la misma sala donde se despertó la primera vez, y la mesa llena de comida ahí seguía, con nuevos alimentos recién cocinados y aun humeantes.
Se levantó y corrió hacia la mesa, dispuesto a comer tanto como pudiera, cuando una mano se posó en su hombro.
-Has pasado la primera noche –dijo la voz a su espalda.
Él se dio la vuelta y vio a Kaalkup, que lo miraba sonriente.
-¿Vas a estropearlo ahora?
-¿Y tú? –preguntó él- ¿Pretendes decirme que tu no comes nunca?
-No.
-¿Entonces por qué engordas?
-Porque me alimento de recuerdos –dijo sonriendo-.
-¡Déjame en paz! –gritó él, desasiéndose y abalanzándose hacia la mesa.
Dio un solo paso cuando de nuevo la mano de Kaalkup lo agarró por un brazo.
Ésta vez sin mirar lanzó su otro brazo fuertemente hacia atrás para propinarle un golpe, pero su puño sólo hendió el aire, pues Kaalkup ya no estaba ahí.
Con los ojos desorbitados y la mandíbula desencajada, él se dejó caer de rodillas y agarró su cabeza con ambas manos. Desesperado, gritó:
-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué no puedo comer?! ¡¿Por qué dices que voy a morir?!
Se dejó caer, sin fuerzas, y quedó tendido en el suelo, sollozando.

A los pocos minutos abrió los ojos y vio unos pies descalzos, femeninos, adornados con anillos y tobilleras de oro. Los pies comenzaron a moverse a la vez que una música empezó a sonar.
Él levantó la vista y la vio.
La joven bailó para él al son de los melódicos acordes, contoneándose, doblándose, ofreciéndole un delicioso espectáculo de armonía y belleza.
La bailarina avanzó danzando hacia la mesa, donde se hizo con uno de los suculentos platos, y siguió bailando, ésta vez hacia él.
Le acercó el plato a la cara mientras su danza se hacía más lenta, la música fue apagándose mientras ella concluía el baile progresivamente, arrodillándose ante él, ofreciéndole el manjar, tentándolo…

Resto de capítulos de "Ofrenda":
Cáp. I, Cáp. II, Cáp. IV, Cáp. V, Cáp. VI, Cáp. VII

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy bueno. ¡Sigue con ello!