sábado, 23 de febrero de 2008

Los mitos del terror I: Los orígenes

Me gustaría hablaros de los que, para mí, son los tres grandes mitos del cine de terror llegados en una época en la que los films de éste género invadieron las salas y los hogares dejando una huella imborrable.

Si nos referimos a los monstruos o personajes de terror mas famosos, y hemos de elegir solamente unos pocos, seguro que los que a la mayoría nos vienen a la mente son el conde Drácula, el monstruo de Frankenstein, el hombre lobo, la momia, Fu-Manchú, el hombre invisible, Jack el destripador, el fantasma de la ópera o el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Obviamente omitiendo todos aquellos personajes modernos como pueden ser Freddy Krueger, Jason Voorhees, Norman Bates, Hannibal Lecter, Michael Myers, Leatherface o Saw.

Es de los primeros que he nombrado de los que a día de hoy más versiones, adaptaciones o secuelas se han hecho, y los que más campos abarcan, tales como cine y TV, literatura, cómics, juegos de rol, juguetes, disfraces y un sinfín de sectores más.

Son los clásicos del terror por antonomasia, y por mas que Chuky, el muñeco diabólico, Ghostface, el asesino de Scream o cualquier otro de los monstruos contemporáneos se hayan hecho un lugar entre los mas conocidos y consumidos, nadie negará que los que fueron, son y serán los auténticos ancestrales, son sin duda ésos que nombré los primeros.

Pues bien, hay tres actores que han interpretado, y en muchos casos en mas de una ocasión, a casi todos los personajes clásicos que nombré al principio.
Ellos son para mí los tres grandes del terror, los mitos indiscutibles que han hecho que muchos de éstos personajes sean hoy lo que son y no hayan caído en el olvido. Estoy hablando de Bela Lugosi, Boris Karloff y Lon Chaney Jr.Luego llegaron otros, en ocasiones mejores, en otras peores y en otras con el mismo talento que estos tres, como pueden ser Vincent Price, Christopher Lee, Glenn Strange, John Carradine o Peter Cushing; grandes entre los grandes pero, aunque algunos de ellos hayan sido mejores actores, no reflejan lo que representan los tres que crearon las bases del género en el cine sonoro.

No fueron actores que sirvan como ejemplo de lo que significa interpretar, no son las mejores referencias en arte dramático y no llegaron a la gran pantalla para conseguir llenar una vitrina de premios al mejor actor.
No, no fue eso lo que hicieron. Lo que hicieron fue crear unos personajes, hacerlos suyos, imbuirlos de su propia personalidad haciendo que naciera un monstruo paralelo al original de sus respectivas novelas o leyendas. Fabricaron al Drácula del celuloide, que poco tiene que ver con el de Bram Stoker, pero que sigue siendo el que nos imaginamos cuando nos lo nombran; construyeron al monstruo de Frankenstein del cine, poco fiel al de Mary Shelley pero sin duda el que todos tenemos en mente; confeccionaron al hombre lobo de la gran pantalla, análogo al de los mitos y leyendas que se colocó por encima de éstas siendo el que todos proyectamos en nuestra cabeza cuando lo imaginamos.

Éstos tres hombres, de vidas trágicas y difíciles, son los responsables de que los monstruos del cine sean tal y como los conocemos.

Puesto que en éste primer capítulo os hablo de los orígenes, cabe destacar que hay un cuarto mito que podría catalogarse como “el mito de los mitos del cine de terror”, que es anterior a los tres de los que os hablo (en fama y trayectoria, pero no en edad en todos los casos) y que, seguramente, fue una referencia para ellos. Por lo menos para Lon Chaney Jr. seguro que lo fue, porque hablo ni mas ni menos que de su padre: Lon Chaney, “el hombre de las mil caras”, conocido así por su habilidad para encarnar cualquier tipo de papel y por su facilidad para el disfraz, de los cuales él mismo ideaba y elaboraba su maquillaje.

Os escribo un poco sobre él pero no lo incluyo entre los actores de los que os quiero hablar porque este actor pertenece a una generación anterior, la del cine mudo, y falleció en 1930, justo cuando la oleada de cine de terror sonoro comenzaba, dejando a sus espaldas, ya que era bastante reacio a las nuevas tecnologías, un solo film no mudo que produciría la Metro Goldwyn Mayer: “El Trío Fantástico (The unholy three) (1930)” del director Jack Conway, remake sonoro de su versión muda de 1925 del mismo título dirigida por Tod Browning y que también protagonizó Chaney. Tras el estreno de la versión sonora, Lon Chaney firmó una declaración jurada donde decía que cinco de las voces de la película: el ventrílocuo, la anciana, el muñeco, la joven y el loro; eran todas suyas, demostrando en su único film sonoro que sus grandes cualidades artísticas no eran únicamente de interpretación corporal, y que si hubiese sobrevivido al cine sonoro muy probablemente hubiese cambiado la historia del cine tal y como la conocemos. Fue un maestro.

Pero Chaney también dejó atrás muchos títulos mudos de terror en los que fue el pionero en crear, personalizar y eternizar al monstruo interpretado, logrando también que a día de hoy los imaginemos tal cual él los dio a luz, como pueden ser Quasimodo en "El jorobado de Notre Dam (1923)" o Erik en "El fantasma de la ópera (1925)".Sobre la representación tan personal de sus personajes, Chaney afirmó en una entrevista a la revista “Movie”: "Quería recordarle al público que incluso quienes se encuentran más abajo en la escala de humanidad pueden tener en su interior la capacidad de sacrificio. El pordiosero empequeñecido y deforme que vemos en las calles podría tener los más nobles ideales. La mayoría de mis papeles desde El jorobado de Notre Dame, como El Fantasma de la Ópera, He Who Gets Slapped, El trío fantástico, etc., han tenido incorporados el tema del sacrificio y la abnegación. Son estas historias las que quiero contar."

En 1957 Joseph Pevney dirigió una película biográfica de la vida de Lon Chaney titulada "El hombre de las mil caras (1957)”.

Aquí podéis ver un tributo a Lon Chaney que he encontrado en Youtube.


Pero como ya he dicho no incluyo a Chaney padre en la lista de los mitos de los que os quiero hablar porque, además de ser de una generación previa y de pertenecer más al cine mudo, que es de por sí un arte aparte del cine sonoro para mi modo de ver, quiero centrarme en una época determinada y en un acontecimiento concreto que es, como ya os he comentado, ésa avalancha de cine de terror sonoro que marcó una época, que sentó unas bases y unos precedentes que han señalado la historia del cine de éste género y del cual sus máximos referentes y sus verdaderos e inimitables mitos son, sin duda, el trío que nos ocupa.

Antes de que las compañías norteamericanas comenzaran su epopeya con los mitos del terror, el cine de miedo tuvo sus inicios, como todos los géneros, y quiero explicarlos brevemente:

En los años 20 el cine mudo, concretamente el europeo, fue el precursor del género, en gran medida gracias al expresionismo alemán, un estilo de hacer cine que debe su nombre al género expresionista en pintura y que se basaba en planos rodados mayoritariamente en interiores y que nos mostraba escenarios anormales: fondos pintados con colores chillones, arquitectura de extrañas formas cubistas, ventanas triangulares o trazos oblicuos que por lógica habían de ser de ángulos rectos. Si comparamos este estilo con lo que hoy podemos encontrar en nuestras pantallas, bajo mi punto de vista el director Tim Burton debe al expresionismo alemán el peculiar modo de escenificar sus películas (que sería muy apropiado, insisto, si el señor Burton pensara en hacer un remake de “El retrato de Dorian Gray”).

Éste estilo trajo, entre otros, títulos como “El Gabinete del Dr. Caligari (1920)”, probablemente el referente mas claro en éste estilo. Mas tardé evolucionó a uno más realista con una iluminación de más complejidad, escenarios naturales y exteriores más reales, siendo su máximo exponente, tal vez, la polémica y conocida obra “Nosferatu (1922)” que perdió un juicio en el que fue acusada de plagio por la viuda de Bram Stoker, el escritor de Drácula, ocasionando que muchas de sus copias acabaran en el fuego.
Éstos son los inicios que mas tarde dieron lugar a lo que conocemos como cine clásico de terror por parte de las productoras estadounidenses, de las que escribo en el siguiente capítulo.


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Resto de capítulos de Los Mitos del Terror:
Cáp. II, Cáp. III, Cáp. IV, Cáp. V, Cáp. VI, Cáp. VII

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